La Voluntad para continuar
Me acuerdo muy bien del día que decidí comenzar mi entrenamiento de Karate-do, aparecí el primer sábado posible y los gimnasios de la Universidad aún no se abrían a los estudiantes. Entre los veteranos que aparecieron ese día estaba Javier Fernández, uno de los dos cintas café del grupo Shotokai Shibu Universidad de Concepción (ahora es Shodan). Ibamos a entrenar, por lo tanto en la cancha de tierra de fútbol, cercano a los gimnasios, a pie descalzo (personalmente no tenía problemas con eso, de hecho lo esperaba). Aprendimos técnicas básicas e hicimos bastante ese día. Me encantó, aunque bastante complicado para mi, era un reto y me puse adicto de inmediato :-). Los otros seis o siete practicantes que aparecieron ese día se esfumaron como nieve en el desierto para nunca más aparecer. El entrenamiento duro sin violencia que era lo que había deseado fue lo que recibí, para mi regocijo. Pronto músculos adoloridos y moretones debido a la falta de control de los principiantes como yo, se hicieron pan de todos los días ese primer año. La cancha de fútbol se hizo además nuestro compañero cercano y el de muchos otros también, probaba nuestra fuerza de voluntad además de que las sesiones matutinas (6:30 o 7:00 AM) eran un duro comienzo para nuestras horas habituales de entrenamiento en los gimnasios. Cuando empezó a llegar y llegó el invierno y la cancha comenzó a congelarse, más se puso a prueba nuestra voluntad.
Cuando me sumergí en Shotokai Karate-do, no sabía lo que estaba buscando con toda claridad, estaba claramente atraído por las filosofías orientales y decidí entrar sin excusas que me pudieran hacer parar, libre de prejuicios y expectativas. Muchos comenzaron a entrenar ese semestre, y soy el único que ha seguido hasta la fecha. Cual fue la diferencia? Pienso que nunca sucumbí a las excusas típicas y de esa manera no tuve forma de escaparme ni echarme para atrás. A veces reaccionaba antes que las excusas para así no darme espacio para arrancar. Al acercarse el Entrenamiento Especial pagaba lo antes que podía para ya no poder cambiar de opinión a medida que la fecha se acercaba y las sesiones de entrenamiento se ponían cada vez más duras.
Tuve un accidente desafortunado un día entrenando en la cancha y me rompí uno de los nudillos de la mano derecha y tuve que tener el brazo derecho enyesado hasta antes del codo. Esto fue dos y medio meses antes de mi primer entrenamiento especial de verano. Aunque me deprimí bastante y anduve una semana desganado, recomencé mi entrenamiento y en la cancha también aún con yeso. Dos semanas después estaba participando en la tradicional caminata a Laja (100 kms) a pie non-stop, con el yeso.
Aun considerando las historias de horror sobre los entrenamientos especiales anteriores, no tenía excusa para no asistir, excepto mi hueso en recuperación. Habiendo decidido en un inicio, entrar sin evitar nada, nada de excepciones, fui al entrenamiento especial ese año.
Las historias eran bastante reales, no creía que el suelo estaría realmente cubierto de espinas... era verdad, aunque no pasaban fácilmente a través de nuestras plantas por el entrenamiento habitual, entre los dedos sí... Las rocas, tierra y palos no eran nada comparado con la molestia generada por las espinas, luego el exceso de ejercicio y las mismas sesiones eclipsaron todos nuestros dolores iniciales. Era además muy interesante notar que podías mucho más de lo que esperabas, tus límites mentales eran totalmente diferentes a los reales que superaban toda expectativa.
Considerando todo, fue una experiencia fabulosa, de eso no hay duda, una experiencia que cambia tu vida, aunque tomó una semana poder pisar sobre los hoyos de 3 x 4 cms que tenía en las plantas de los pies. Muchos se espantaron por las historias de horror de los especiales y no fueron. De hecho semestre a semestre se ve que la gente que no entrena en la cancha de fútbol ni va a las caminatas y no va a los entrenamientos especiales, siempre paran en el camino y se salen de Shotokai, pues sin eso no captan lo esencial de la práctica. Cuando dejas que tu mente encuentre excusas, te haces presa de tus miedos y debilidades y nunca llegarás a ninguna parte en Karate-do.
Recientemente fui graduado shodan en Shotokai Karate Budo. Desde mis inicios algunas cosas han cambiado en mi práctica, un poco más ágil, menos tieso, más coordinado, pero lo más importante es mantener ese espíritu inicial, el amor que sentías por la práctica y por Karate-do. Entrenar sólo? No hay problema. Frío? No importa luego te entibias. Te duelen los músculos? No importa, entrenando se va. Demasiado temprano? Andate a la cama más temprano! No hay excusas, sigue derecho sin mirar para atrás ni dejar nunca de entrenar.
Shotokai requiere eso, una fuerte y inalterable voluntad de continuar, continuar sin importar lo que requiera, continuar hasta que no puedas más.
M. Gallardo
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martes, 25 de diciembre de 2007
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